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Marion Moreau de la Fundación Sigfox: “La red 0G se usa para luchar contra la caza furtiva de animales en peligro de extinción”

Marion Moreau de la Fundación Sigfox: “La red 0G se usa para luchar contra la caza furtiva de animales en peligro de extinción”

Fuente: Clubic / Entrevista de Alexandre Boero

La organización equipó  alrededor de sesenta rinocerontes con un sensor que permite el monitoreo remoto. Marion Moreau, la presidenta de la fundación Sigfox, responde a las preguntas de Clubic y nos informa sobre las misiones de la entidad.

Marion Moreau es directora de la Fundación Sigfox desde su creación hace tres años. La ex periodista, conocida por quienes vivieron en la era del Club Internet, hizo campaña por la preservación de animales amenazados o en peligro de extinción como el rinoceronte. Sesenta de ellos también han sido equipados con cajas desarrolladas por Sigfox y sus socios que operan a través de la red 0G de la compañía. Los sensores permiten rastrear a los animales y, por cierto, protegerlos de peligros, como el que representan los cazadores furtivos.

Clubic: ¿Cuál es el rol de la fundación Sigfox?

Marion Moreau: Usar y llevar la red a áreas sin conectividad, y crear soluciones de dispositivos IoT, como sensores, que puedan tener para nosotros un impacto real. Lo que después de tres años de existencia deseamos hacer con este fondo patrimonial, no son pequeños proyectos sino utilizar una red como la 0G, de baja velocidad y muy eficiente energéticamente, para aporta soluciones que a veces pueden hacer la diferencia.

Con los fundadores de Sigfox decidimos elegir las causas para las cuales podamos proporcionar una respuesta. Por ejemplo: el medio ambiente, la protección de áreas frágiles, la seguridad de los parques contra la caza furtiva y las especies en peligro de extinción que desaparecen. Con sentido común y una tecnología que lo apoye y no al revés, podemos ser relevantes.

Así es como escribimos esta hoja de ruta, fabricando sensores y aportando estos datos que pueden ser útiles para distintas comunidades como la de los guardabosques. Esto es lo que hemos estado haciendo durante estos tres años.

Punto por punto, ya podemos abordar el tema de la trazabilidad de los animales. ¿Qué se está haciendo, en detalle, para garantizar con precisión esta trazabilidad?

Desde el inicio, hemos estado interesados ​​en la causa de los animales en peligro de extinción. Desafortunadamente hay muchos. Nos pusimos en contacto con una gran organización que protege a los rinocerontes llamada Save The Rhino: es una ONG que tiene contacto con las principales reservas naturales. El proyecto comenzó hace tres años en una reserva en Zimbabwe, ahora en Zambi y también estamos comenzando en Sudáfrica.

La idea es llevar algunas antenas Sigfox hacia un área muy grande, de alrededor de 5,000 km², con tres pequeñas antenas Sigfox. Allí, comenzamos a escuchar la vida cotidiana de esta gente que protege a los animales y se enfrenta permanentemente a los cazadores furtivos. Primero trabajamos para saber sus necesidades y luego comenzamos a crear prototipos del sensor  que ahora están instalados en los cuernos de alrededor de sesenta rinocerontes cuya posición exacta se observa tres veces al día. Luego entregamos esta información asegurada directamente para que pueda observarse a los animales desde la distancia, lo que limita la toma de riesgos, sin impedir definitivamente la observación humana.

¿Qué es lo que sigue para este proyecto?

Este proyecto permitirá que la ciencia y la comunidad de conservación y guardaparques tengan información que no tenían antes por un tiempo inesperado. Creo que esta es la primera vez que tenemos tres años de datos de GPS del cuerno de un rinoceronte. Y está funcionando.

Lo segundo, y esto será el final del proyecto, es finalizar este pequeño sensor –tan grande como media pulgada–, integrarlo en el cuerno del rinoceronte, y hacerlo casi perfecto, porque aún quedan cosas por optimizar La idea es abrir la solución y decirles a todos los fabricantes y desarrolladores cómo hicimos para que funcione este sensor que tiene un costo estimado de 30 dólares por 3 años de duración de la batería, y que está disponible como brazalete o como collar para otras especies.

¿Cuáles son los primeros efectos, los impactos de la tecnología, tres años después de la creación de la fundación?

Este proyecto que consiste en “dar un lenguaje” al rinoceronte (Now Rhinos Speak), permite, por ejemplo, advertir a los guardaparques a través de una notificación que el animal se está acercando demasiado a una barrera. Al día siguiente el rinoceronte podrá transmitir otra información para realizar estudios de comportamiento con, por ejemplo, un acelerómetro integrado en un sensor.

Continuaremos este proyecto en otras áreas de África y nos centraremos en las rinocerontes hembras. Continuaremos activando estas nociones de alerta con lo que se llama geofencing: este parámetro que hacemos de forma remota y que significa que cuando el rinoceronte abandona un área determinada, se envía la notificación. Un proyecto en Bután ampliará el espectro con diferentes dispositivos y soluciones. Muchas empresas nuevas se han unido a nuestra causa y nos proporcionan sensores para probarlos en el campo.

Además de la fauna, ¿qué se está haciendo por la flora dentro de la Fundación Sigfox?

Es bastante fácil imaginar instalar en los árboles algunos colectores con módulos recuperables de energía. Estamos en la creación de prototipos hoy. En lo que respecta al IoT aplicado a la flora o la fauna, debemos volver a esta noción de sensor que es activar los sentidos de la naturaleza que no se descifran hoy. Sabemos que las plantas tienen su propio idioma. Tal vez el IoT revelará algunas cosas bastante interesantes. Ya sean plantas o humanos, nuestros entornos son ondas. Lo que Sigfox permite, al ser una red de radio, es descifrar estas formas. La ciencia usa mucho esta tecnología Sigfox en la medida en que reutiliza las ondas de radio para tratar de descifrar los idiomas de nuestros entornos.

Tenemos acceso a datos que son invaluables. Algunos no serán de código abierto, por supuesto, como los datos de ubicación de rinocerontes. Pero lo que queremos, dentro de esta misma filosofía, es abrir nuestras soluciones tecnológicas relacionadas con los objetos, en particular cómo hacerlos, etc., y por parte de los datos, abrir un conjunto de datos ambientales.

Sigfox es una plataforma de datos proveniente del mundo físico extraordinariamente interesante para las comunidades de desarrolladores.

¿No le preocupa que parte de esta tecnología caiga en las manos equivocadas?

La Fundación Sigfox está vinculada a organizaciones creíbles, visibles e identificadas, como WWF. No trabajamos con cualquiera, sino con organizaciones que pueden protegernos de los abusos.

La asociación con WWF es extremadamente importante para ustedes…

Para empezar, es una asociación muy agradable la que hay con WWF Francia. Pascal Canfin, quien fue director general de WWF Francia y ha sido eurodiputado durante algunos meses, comprendió rápidamente que la tecnología tenía que ser puesta en manos de las ONG. No hay razón para esperar, hay que educar a las ONG. Hoy, WWF es un socio para nuestras operaciones en Bután, donde estamos instalando una red en el parque nacional del país, con un plan que presagia un proyecto de seguridad mucho más amplio en alrededor de 150 parques en todo el mundo, en el futuro.

¿Tenemos una idea del presupuesto para la Fundación Sigfox hoy?

Son alrededor de 300,000 euros con tres personas a cargo. Somos independientes y estamos fuertemente respaldados por Sigfox, que proporciona su tecnología y soporte de forma gratuita. Pero hemos construido voluntariamente la base para obtener donaciones de clientes, de ONGs que nos apoyan. Hoy hablamos con varias empresas que entendieron que su contribución podría ayudarnos a ser más eficientes, ya sea acelerando nuestros proyectos o porque estamos haciendo crecer al equipo.

A nivel personal, usted que era periodista antes de convertirse en presidenta de la fundación, ¿qué le hizo decidirse a aceptar tomar las riendas de la fundación?

De eso ya han pasado veinte años. Experimenté la primera revolución del Internet. Cuando lo vivimos en ese momento, no nos dimos cuenta de que en dos décadas, nuestros hábitos y nuestras interacciones habían cambiado. Cuando descubrí Sigfox, aprendí lo que se llama el IoT, que por cierto es una palabra reductora, ya que dentro de la fundación, estamos hablando del Internet de los animales, árboles o plantas. Quería, por curiosidad, interesarme y darle sentido, porque las tecnologías pueden ser excelentes cuando resuelven problemas.

Así que dejé mi carrera periodística entre paréntesis. Hoy tengo una vida diaria que muchos me envidian, pero que representa mucho trabajo. Intentamos trabajar con personas que toman riesgos, que arriesgan sus vidas todos los días. Es formidable.

 

 

 

 

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